Material para descargar e imprimir si quieres realizar el taller online con nosotros:
Además necesitaréis:
- Papeles de colores (puede ser papel blanco que vosotros pintéis)
- Tijeras
- pegamento de barra
Buenas a todos. Aquí estamos una semana más en otra sesión de arte en familia desde tu salón. En esta ocasión para acercaros a una de las figuras claves del arte el s. XX: Henry Matisse y con él aprender a pintar con tijeras, o como a mí me gusta mucho más decirlo aprender a esculpir el color.
Henry Matisse, El periquito y la sirena (1952)
Hay regalos que te cambian la vida y el que la madre de Henry Matisse le hizo en 1890 fue uno de ellos. En esa fecha Matisse tenía 21 años y la vida bastante organizada. Había nacido en Bohain, un pueblecito situado al norte de Francia, en una familia, sin artistas cerca ni gran interés por el arte, que regentaba un almacén especializado en semillas.
Tras su paso en la escuela de Saint Quentin, donde había sido un aplicado alumno que no había llamado demasiado la atención, se marchó a París para estudiar derecho y dos años más tarde sus metas, o tal vez las de su familia, se estaban cumpliendo porque había comenzado a trabajar en un despacho de abogados. Con 21 años la vida de Matisse estaba arreglada. Una vida sin estridencias, para muchos perfecta aunque eso sí, debemos decir que Matisse se aburría solemnemente.
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Casa familiar de Henry Matisse en Bohain (Francia)
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Pero como nos ha enseñado a todos este coronavirus las cosas cambian, sin tú preverlo de un día para otro y a Matisse una enfermedad le rescató de su perfecta y aburrida vida. Con 21 añitos una apendicitis le hizo permanecer todo un año en la cama y para que se distrajese un vecino le recomendó colorear estampas. Un inofensivo pasatiempos, muy de moda últimamente, que para que pudiera llevarlo a cabo, su madre le regalo eso que le iba a cambiar la vida. ¿Os imagináis qué fue? Una caja de pinturas.
Desde el momento en que sostuve la caja de pinturas supe que eso era mi vida.
Me lancé sobre ello como una bestia se abalanza hacia aquello que ama.
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No sería esta que la única vez que la enfermedad trajese a Matisse un cambio profundo en su vida. Pero antes de contároslo me gustaría que descubriéramos cómo pintaba en estos primeros años este joven artista que con el tiempo iba a revolucionar la historia del arte, no una sino varias veces y para ello voy a volver a llenar, como ya parece la norma de cada sesión, vuestro salón de cuadros.
¿JUGAMOS?
Ya sabéis los que me conocéis que a mí me gusta mucho esto de jugar con el arte y también me gusta mucho complicároslo un poco con la mejor de las intenciones que a mi juicio es haceros pensar. Y eso es precisamente lo que voy intentar en este momento y para ello, hoy nos vamos a centrar en diez cuadros de estilos bastante diferente y vosotros tenéis que adivinar cuáles de ellos ha pintado Matisse. Y ahora me preguntáis: ¿cómo vamos a saberlo? Porque quienes nos visteis en la tercera entrega de arte familia desde el salón sabéis mucho sobre este pintor: Henry Matisse era una de las fieras, de los padres del fauvismo, esa vanguardia que la pasada semana inundó de color nuestros salones con cuadros como estos (AQUÍ).
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Así que con esta idea de color en la cabeza vamos a volver a mirar los diez cuadros que hoy he seleccionado y tenemos que adivinar cuáles de esos cuadros fueron pintados por Henry Matisse.
¿Qué tal? Os habéis puesto de acuerdo entre vosotros. ¿Cuántos os parece que pintó? ¿Los tres que vimos el otro día, cinco, siete, nueve…? La repuesta es TODOS. Sorprende, ¿no? Está claro que uno, aunque sea una de las figuras cruciales del arte del s. XX no nace con el estilo definido, este es una búsqueda que se va haciendo a lo largo de los años. Así que no os preocupéis si todavía no habéis encontrado el vuestro, hoy Matisse nos va a enseñar que tenemos mucho tiempo.
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¿BUSCANDO el ESTILO de MATISSE?
Os imagináis qué toca en este momento. Pues sí, descubrir cómo evoluciona el estilo de Matisse hasta convertirse en ese genio del color, al que todos o al menos yo venero. Y lo vamos a hacer como siempre jugando y convirtiéndonos en detectives de cuadros aunque en esta ocasión el juego va a variar un poquito. Os cuento.
Aquellos que nos habéis visto en alguna otra sesión de arte en familia desde tu salón sabéis que esta parte del taller siempre comienza con una pregunta, un enigma que se resuelve mirando intensamente los cuadros y para ayudaros, para fijar la atención en eso que os puede dar la solucionar el caso yo siempre doy pistas que suelen ser fragmentos, cachitos de los cuadros recogidos en un programa. Vosotros buscáis las pistas y resolvemos el caso, es decir, damos respuesta a nuestra pregunta.
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Sesión en La Biblioteca Leon Tolstoi de Las Rozas de JUGarte: Matisse te lo cuenta con niños de 4- 6 años acompañados de un adulto.
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Pues bien hoy lo tenemos que a hacer diferente porque lo que queremos descubrir es cómo se conformó el estilo de Matisse, cómo evolucionó su manera de pintar a lo largo de los años hasta llegar a pintar con tijeras, y esto va a ser sencillo de adivinar si logramos ordenar cronológicamente los 10 cuadros que pueblan nuestro salón. Para hacerlo os he dejado en la página web de RZ100arte el archivo Ordenando a Matisse que os tenéis que descargar e imprimir. Está compuesto por dos hojas, en la primera encontraréis una miniatura de cada uno de los cuadros que tenemos que ordenar. En la segunda diez cuadrados numerados del 1 al 10. Lo primero que tenéis que hacer es recortar cada miniatura porque las tenéis que pegar en la segunda hoja, pero ahora ordenados los cuadros de más antiguo a más moderno.
Para que os resulte mucho más fácil yo os he colocado cuatro de los cuadros en su lugar. El más antiguo de todos colocado en la casilla número 1 es Bodegón con libros y vela. En último lugar, en la casilla 10 he colocado La Gavilla, un cuadro que Matisse pintó al final de su vida cuando tenía 84 años. Y entre medias he colocado Venta abierta, un viejo conocido nuestro de su etapa fauvista que ya vimos cuando la pasada semana cuando aprendimos a pintar fauvista y La danza otro maravilloso cuadro pintado en 1910.
Estas son mis pistas y si os fijáis bien en cómo están pintados estos cuadros, si os fijáis bienn en las novedades que hay en cada uno de ellos os prometo que podréis colocar el resto. Secretos que os avanzo, si yo tuviese que hacerlo me fijaría en:
- Los colores de los cuadros, porque Matisse no siempre pintó con intensos colores vibrantes
- Me fijaría en la perspectiva, en esa tercera dimensión que hablábamos en el taller de Picasso (aquí).
- Me fijaría en el grado de detalle con el que están pintados los cuadros, con esto me refiere a su interés o no de hacer una captura fiel de la realidad, como si de una foto se tratase.
- Me fijaría en alguna cosa más pero os la cuento después.
Se me olvidaba, para que todavía os resulte más fácil os he puesto en los cuadraditos en los que tenéis que colocar los cuadros la fecha en la que fue pintado el que va en ese lugar. Esto os puede ayudar porque todos los cuadros de 1905 tienen características muy parecidas… Y a partir de 1908 también hay algo que está siempre presente.
No os adelanto más, os dejo diez minutos para que cada cuál los ordene como crea. No lo peguéis todavía, solamente ordenadlos. Una última cosa, no lo hagáis solos, si estáis con vuestros papis o con vuestros hermanos…hacedlo en grupo además de ser muchísimo más divertido seis ojos ven mucho más y mejor que dos.
Henry Matisse: La Chocolatera o Bodegón con mantel azul (1909)
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¿Qué tal? ¿Lo habéis conseguido? Espero que sí. Ahora todos juntos, sí vamos a ir pegándolos mientras comentamos lo que va cambiando en cada uno de los cuadros. Haber cuántos habéis adivinado
1– Bodegón con libros y vela
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Como ya sabéis el primero, el más antiguo es Bodegón con libros y vela. Se trata del primer cuadro que pintó Matisse y lo que pintó, el tema del cuadro fue precisamente esos libros de derecho a los que iba a abandonar por la pintura. Es un cuadro muy tradicional. En él no hay innovaciones, está pintado como mandaba la Academia de Bellas Artes francesas. Realmente parece una foto, ¿verdad? Todo perfecto, lleno de detalles: la vela, los libros, la perspectiva… Matisse estaba comenzando a pintar y quería sería ser lo más fiel posible a la realidad. Aunque a mí lo que más me llama la atención son los colores tan apagados con los que está pintado.
2- La Mesa servida
En la segunda casilla teníais que poner Mesa servida. ¿Fácil no?. Lo digo porque es un cuadro que si lo miramos comparándolo con lo que viene después nos parece bastante normalito. Pero, ¿sabéis qué? En su época supuso una auténtica revolución, que como suele pasar no todo el mundo comprendió. Pobres, si este cuadro les parecía diferente no sabían la que les venía encima. ¿Os imagináis qué es lo que no le gustó a esos académicos que controlaban el arte? Pues, otra vez la misma idea, que en él ya no hay un intento de copiar fielmente la realidad. Matisse se empieza a alejar de las normas e interesarse por la luz y el color. Fijaos cómo entra la luz por la ventana y se refleja en cada uno de los objetos que hay en la mesa.
3, 4 y 5
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En 3º, 4 y 5º lugar deben ir unos viejos conocidos nuestros. Realmente da igual en el orden que los hayáis colocado si los habéis puesto juntos habéis acertado. Son algunos de los cuadros que Matisse expuso en el Salón de Otoño de 1905, y en ellos el color es el protagonista, el que manda y ya no es reflejo de la realidad. Colores puros, brillantes que quieren provocarnos emociones. Pero si os fijáis en estos cuadros todavía vemos una concepción bastante tradicional de la perspectiva. Seguimos viendo una intención de profundidad. Y paar ello matisse ha pintado la casa rosa cerca, el mar un poquito más lejos y allí lejos lejos esas montañas que se funden con el cielo.
6. La habitación roja
Nos toca el sexto lugar y aquí tenéis que colocar La habitación roja. Un cuadro en el que las cosas parecen flotar en esa habitación de intenso rojo. ¿Cómo ha conseguido Matisse que esta sensación? Os lo conté con Picasso anulando la tercera dimensión que es la base sobre la que se establece la perspectiva, esa manera de ver que propone la pintura tradicional. Para los que no hayáis visto el taller de Picasso lo que hace Matisse es coge el fondo del cuadro, en este caso esa pared roja y en lugar de hacer sentir con ella profundidad, hacernos sentir que está alejado nos la acerca y la con la mesa. Matisse funde pared y mesa al utilizar en ambas el mismo rojo intenso en ellas. Esto nos proporciona otra manera de ver las cosas, gracias a ello sentimos que los objetos, las formas flotan. Formas planas, sin volumen, bidimensionales las llaman los entendidos. Es como si una apisonadora hubiera pasado encima de la señora, de la mesa, de las flores azules y nos la hubiesen dejado aplastadas. Eso es la bidimensionalidad.
7. La música
En séptimo lugar tenemos que colocar uno de los temas preferidos: La música, ¿se os ocurre cuál será el cuadro? Exacto. Matisse todas las mañanas antes de comenzar a pintar toca el violín. Nuevamente colores vibrantes, puros y complementarios entre ellos, buscando como si de música se tratase armonías: rojo, frente a verde; naranja frente a azul; y otra vez también figura planas, aplastadas y con una concepción de la proporción bastante personal, fijaos en lo pequeña que tiene la señora vestida de azul la cabeza en relación con sus enormes piernas. No se me puede olvidar decíroslo, mirad las hojas de la pared y no os olvidéis de ellas porque volverán a aparecer muy pronto.
8. La danza
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La octava casilla es para cuadro en el que volvemos a sentir la misma sensación de que sus personajes flotan, parece que están en el espacio o en un lugar en el que no hay gravedad. ¿De cuál de los tres que quedan estoy hablando? De La Danza y en el cinco bailarines de intenso naranja vuelan con su baile entre el azul cobalto del cielo y el verde de la hierba. Otra vez azul y el naranja juntos, ¿os imagináis por qué?
9. El estudio rojo
En noveno lugar, podremos, esto se está acabando, el último que nos queda, El estudio rojo. Se trata del estudio, del espacio en el que pintaba Matisse, uno de sus lugares preferidos. Nuevamente todo parece flotar en esa inmensidad roja pero aquí encontramos un pasitos más en su evolución. Las figuras planas, los objetos de esa habitación se han convertido en líneas muy sutiles que se funden con el fondo. Simplicidad máxima, detalle cero para un fondo rojo en el que solamente tienen presencia, vemos claramente el color de sus cuadros.
10. La Gavilla
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Y ahora si ya llegamos al último cuadro y con él al final de su vida. Una vida en donde el color siempre fue el camino. Un color tratado como notas musicales con las que buscar armonías que provocasen sentimientos y en donde todo, como hemos visto en estos nueve cuadros fue simplificándose a su alrededor para darle la máxima importancia. Un color que venció al detalle, a la perspectiva y a la proporción clásica. Un color por el que Matisse viajó a lugares para él remotos como España, Marruecos, o Tahití. y que le permitió asomarse al mundo desde sus ventanas, porque si algo le gustaba a Matisse era pintar espacios con ventanas. Un color que incluso siguió vibrando durante dos grandes guerras pero que en 1941 dejó de hacerlo.
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En este año la paleta de Matisse dejó de sonar porque una grave enfermedad hizo temer por su vida. Fueron tiempos muy duros, Matisse separado de su mujer y de su hija que habían sido arrestadas por la GESTAPO tuvo que estar durante meses convaleciente de una operación en su cama. Allí solo, todo el día tumbado, sin fuerzas para incorporarse mínimamente y coger un lápiz o un pincel y hacer lo que más le gustaba que era pintar. Cuando cualquiera de nosotros se hubiese dejado llevar por la tristeza, el aburrimiento, desesperanza. Cuando cualquiera se hubiese rendido el únicamente soñaba con volver a pintar e inundar esa habitación en la que estaba recluido de color. Y, ¿sabéis qué? Que lo hizo, vaya que sí lo hizo.
Lo primero que se dio cuenta Matisse es que si quería volver a pintar se tenía que olvidar del lienzo, el caballete y los pinceles las herramientas las herramientas con las que siempre había pintado pero que así tumbado como estaba no le servían para nada. Tenía que encontrar algo que le permitiese pintar desde la cama, le dio vueltas y vueltas hasta que un día decidió empezar probar con algo que hay en la mesa de cualquier niño: papel y tijeras y con el material y la herramienta más simple que nos podemos figurar, a los 72 años (está claro que nunca nadie es mayor) se embarcó en uno de los proyectos más vitalistas y personales del siglo XX al que él llamó “Su segunda vida”
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Desde la cama, Matisse descubrió que las tijeras iban a ser el maravilloso que le iba a permitir pintar de nuevo. Tumbado y cuando pudo levantarse desde la silla Matisse comenzó a recortar formas en esos papeles que sus ayudantes previamente le preparaban pintándolos de vivos colores. Cortaba las formas directamente, en vivo sin dibujarlas previamente como si de un escultor de papel se tratase y se pasaba horas mirando esas formas recortadas, y creando en su cabeza composiciones con ellas. Cuando ya tenía clara la composición y llamaba a sus ayudantes y con alfileres, chinchetas y pegamento fijaban en las paredes de su residencia para formar para formar siluetas azules, flores de nieve o hojas de acanto esas que vimos antes en el cuadro titulado La música y que ahora formaban maravillosos ramos como en La Gavilla el último que habéis colocado en vuestro juego de hoy o que convertidas en algas marinas acompañan a pájaros y sirenas.
Matisse dejó de poner el color en sus cuadros para gracias a las tijeras dibujar directamente sobre el color. Matisse se convirtió en el escultor del color.
Si quieres ver la actividad práctica que te proponemos a partir de mañana sábado 25 de abril a las 10.00 de la mañana lo tendrás disponible en el canald e Youtube del Ayuntamiento de Las Rozas.
https://www.youtube.com/channel/UCUuGvIkWKU6HBnA6GoO5JxQ/videos
“Nunca, creo, he conseguido tanto equilibrio como realizando estos papeles recortados. Pero sé muy bien que tendrá que pasar un tiempo antes de que se den cuenta de que lo que yo hago hoy estaba de acuerdo con el arte del futuro”.
(H. Matisse)
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