FILOSOFÍA PARA NIÑOS: Matthew Lipman

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FILOSOFÍA PARA NIÑOS: Matthew Lipman

FILOSOFÍA PARA NIÑOS | LITERATURA INFANTIL | Matthew Lipman

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«Los niños que pasan doce años en el sistema educativo terminan haciendo menos preguntas y menos imaginativas, el diálogo se empobrece y la creatividad se desvanece

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Sobre esta amarga idea, el profesor Matthew Lipman (1922-2010) comenzó a desarrollar en los años setenta una serie de estrategias de estimulación del pensamiento y la curiosidad, a partes iguales, que formularon los rudimentos de la Filosofía para niños que se desarrollará  en las comunidades pedagógicas de medio mundo y de la que es considerado uno de los creadores. Las bases son comunes a otros intentos que hemos presentado en estas páginas: el fomento de la curiosidad como ingenio de prospección y creación del mundo, el descubrimiento de sus posibilidades y la refundación de sus ideas. Dicho en este orden, es un intento revolucionario, que contrasta con el poder cohercitivo que muchas de las ideas que impone de forma homogénea el sistema educativo no es capaz de proyectar, aunque si se constituye  la escuela como una perfecta, demasiado perfecta fórmula de ciudadanos integrados y acríticos. La visión política y el poder de emancipación de la imaginación y la creatividad no se escapa a quien siga este razonamiento. Lo que nos interesa a nosotros son los medios mediante los cuales los laboratorios que se construyen en ese tiempo de liberación de las ideas y los ciudadanos a través de la educación, y en donde es obligatorio citar también a Paulo Freire (1921-1997), a quién dedicaremos más espacio en días sucesivos.

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Frente al aprendizaje pasivo, repetitivo y normalizado, el papel de la labor literaria de Lipman tienen su centro en una colección de novelas donde la fórmula mayéutica (la invitación a descubrir mediante preguntas los contenidos de la experiencia) es presentada no en forma de diálogos, sino como un relato novelado, como una serie de ejemplos cercanos a la experiencia del niño, en los que este puede encontrar un acicate lúdico mediante el que plantearles con intensidad el valor y significado de las experiencias cotidianas e imaginarias más concretas. Novela de formación a través de la experiencia compartida de un relato donde los protagonistas: Pixie, Lisa… plantean cuestiones mediante una curiosidad abierta, limpia, directa, la que tendríamos todos nosotros si dejáramos volar o fluir nuestra genuina capacidad de asombro.

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La obra de Lipman se ha desarrollado básicamente mediante dos herramientas, que quizá sean la misma con dos nombres y grados: novelas y guías didácticas. Redescubrir la fuente de la curiosidad y el asombro y no tapiarla o dirigirla hacia un sólo fin, soportar la libertad de nuestra imaginación, preguntar a fondo sobre lo más simple: ¿por qué salen los dientes? y con la misma facilidad, pues son lo mismo, sobre lo más complejo: ¿qué son el espacio y el tiempo? Todo esto es el valor del relato, servir de experiencia exteriorizada en donde encuentro el camino de otros que han caminado antes por un sendero que puedo acompañar hasta encontrar el propio.

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Lipman provee de materiales fértiles para el desarrollo de personas que razonen sobre hechos no conclusos, sino presentados en un relato de posibilidades. Evita con ello el adoctrinamiento, el decirle al niño qué ha de hacer, antes bien, es él quien debe formar una capacidad mayor, la de tomar decisiones en función de los datos que posee. También evita el adocenamiento, el que todos tengamos una misma y homogénea respuesta ante problemas que nunca se nos van a presentar en la misma forma, y en donde nuestra capacidad de lectura de los datos, previsión y discernimiento serán valores claves. La formación en valores no se centra en la trasmisión y recepción de ideas conclusas, sino en la creación de valor en las ideas que adoptemos, que nos permitan seguirlas, confiar, incluso defenderlas como un credo propio.

 

Esta es la base de la auténtica educación: entender que es el proceso de la propia experiencia en constitución el que nos debe concentrar y dirigir, de forma abierta, en cada detalle de nuestra formación, una tarea que nunca concluye y que tiene en los filósofos y los niños un doble aliado y un ejemplo: utilizar, reavivar, construir mediante la curiosidad y el asombro un mundo posible.

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Miguel Ángel Ramos.

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