MÚSICA CLÁSICA PARA NIÑOS: El Adagio de Albinoni o la historia de un engaño musical

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MÚSICA CLÁSICA PARA NIÑOS: El Adagio de Albinoni o la historia de un engaño musical

40 obras de música clásica que todo niño debería conocer | El Adagio de Albinoni | MÚSICA CLÁSICA PARA NIÑOS

Seguimos en nuestro intento de mostrar las obras más famosas de la música clásica, de una manera amena e interesante, a los más jóvenes. La elegida esta semana, El Adagio de Albinoni, una obra que al igual que comentábamos con El Canon de Pachelbel o Las cuatro estaciones de Vivaldi figura en todas las listas y recopilatorios de éxitos de la música clásica. Aunque realmente figura con  un «pequeño» error pues en lugar de llamarlo El Adagio de Albinoni deberíamos decir El Adagio de Remo Giazotto.

 

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No estoy tonta, ni os quiero hablar de otra obra. Simplemente quiero dejar claro desde las primeras líneas que este Adagio, una de las obras más populares de la música clásica, ejemplo del Barroco veneciano que a su vez ha hecho inmensamente conocido a su supuesto compositor, ni fue escrita por Albinoni ni data del s. XVIII. La obra es muchísimo más reciente, concretamente de 1945 y fue escrita por Remo Giazotto, un musicólogo, eso sí,  que dedicó parte de su vida a estudiar la obra de Albinoni.  ¿Cómo puede ser esto?, me preguntaréis. Pues os lo cuento porque estamos ante uno de los engaños musicales más curiosos que ni tan siquiera podemos denominar como plagio.

 

Remo Giazotto  fue un respetado musicólogo iltaliano profesor de la Universidad de Florencia conocido especialmente por su clasificación y catalogación de las obras de Tomaso Albinoni.

 

Gran parte de la producción de Albinoni -compositor Barroco coetáneo de Vivaldi del que más abajo hablaremos- y de sus datos biográficos se encontraban recogidos en la Biblioteca Estatal de la ciudad de Dresde. En febrero de 1945 Dresde fue brutalmente bombardeada por la aviación anglo-estadounidense. Como consecuencia de estos bombardeos, en los que murieron 45.000 personas, el casco histórico de la ciudad quedó totalmente devastado y reducidos a escombros. Entre los muchos edificios afectados se encontraba la  Staatsbibliothek de Dresden -esa en la que se guardaba la obra de Albinoni y a la que Giazotto había acudido con frecuencia pues por aquellos días se encontraba estudiando la obra de este compositor-, de la que como podemos observar por las imágenes no quedó ni muestra.

 

Imagen de la ciudad de Dresde tras los bombardeos.

 

Pues bien este terrible acontecimiento fue utililizado por Remo Giazotto y la editorial Ricordi unos años después, concretamente en 1958, cuando decidieron sacar a la luz El Adagio de Albinoni. Realmente el musicólogo nunca atribuyó la autoría de la obra a Albinoni. Lo que dijo es que habían rescatado unos fragmentos de un movimiento lento de una sonata para trío, para cuerdas y órgano compuesto por Albinoni de entre las ruinas de la biblioteca y que él a partir de esos fragmentos había compuesto la obra que todos conocemos.

 

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A la editorial Ricordi le encantó la idea y la lanzó al mercado con el título de Adagio de Albinoni, arreglado por Remo Giazotto, eso sí todo el título no tenía el mismo tamaño de letra, os podéis figurar que la parte que correspondía a Remo Giazotto iba en letra mucho más pequeña.

 

Bueno, mentir, mentir no han mentido me diréis, sólo nos han «tergiversado» la verdad. Pues no, estamos ante una mentira en toda regla como nos indica que Remo Giazotto sea el único investigador que ha visto estos fragmentos -curioso, ¿no?- y por si nos quedaba alguna duda, la Staatsbibliothek Dresden -a la que le hubiese encantado poseer este material original de Albinoni tras las fuertes perdidas que supusieron para ellos los bombardeos de la 2º Guerra mundial- desmintió formalmente tenerlos  en su colección de partituras.

 

Vista interior del actual edificio de la Biblioteca Estatal de Dresde o más concretamente de la SLUB siglas que hacen alusión a la fusión que tuvo lugar en 1996 entre la Biblioteca Estatal de Sajonia y la Biblioteca Nacional y Universitaria de Dresde  para conformar una única biblioteca.

La cuestión sería saber el motivo. El de la editorial Ricordi no tiene mucha duda, pura estrategia comercial que le ha dado enormes beneficios. Pero, ¿por qué alguien de la reputación de  Remo Giazotto  no firma la obra y le otorga la autoría a Albinoni? y lo que es más difícil de comprender, ¿por qué tras el éxito de la pieza sigue manteniendo su mentira no disfrutando de los honores y beneficios que le hubiese dado ser el verdadero compositor de la obra? No tengo ni idea, se admiten opiniones.

Lo que está claro es que El Adagio de Albinoni enseguida se hizo inmensamente popular y prueba de ello es que tan sólo cuatro años después de su publicación fue utilizada por Orson Welles como banda sonora para su película El proceso.

 

Si os parece, primera parada para escucharlo. Al igual que sucedía con El Canon de Pachelbel tenemos mil versiones y adaptaciones para todo tipo de instrumentos y formaciones. La primera que os pongo es para orquesta de cámara y está grabada por la Orquesta de cámara Jean-François Paillard, esa formación especializada en Barroco que tuvo bastante que ver, como veíamos al pasada semana, con la popularización del Canon de Pachelbel.

 

 

Dejando de lado la autoría lo que no podemos negar es que esta obra desde su publicación se ha convertido en una de las más populares de la música clásica y ha hecho enormemente conocido a un compositor que de otra manera únicamente estaría en las colecciones discográficas de los amantes del Barroco.

 

¿Quién fue Albinoni?

 

Tomaso Giovanni Albinoni fue un compositor nacido en Venecia en 1671, hijo de un rico comerciante de papel. Este último dato que en otra época de la historia podría ser mera anécdota, en el caso de un compositor del Barroco merece ser destacado. Albinoni a diferencia de muchos de los compositores de su tiempo tuvo la suerte de no necesitar trabajar para nadie. En su vida no hubo una institución eclesiástica o una corte palaciega a la que tuviera que prestar sus servicios como maestro de capilla o músico de corte.

Su fortuna le permitió formar parte de los llamados dilettantis del siglo XVIII, en concreto de los «diletantes venetos» – no fue el único nombre en esa Venecia próspera que le toco vivir- antecesores, para algunos historiadores, de ese artista independiente que aparecería a partir del Romanticismo con figuras como Beethoven.

 

 Il Bucintoro. Canaletto (1745-1750)

 

Albinoni nos dejó un importante corpus obras,  en el que destacan sus casi cincuenta óperas, de las cuales veintiocho fueron estrenadas en Venecia entre 1723 y 1740, pero realmente por lo que hoy le conocemos -al margen de por este Adagio al que estamos venga que dar vueltas- es por su música instrumental y más especialmente por sus conciertos para oboe. 

 

El más famoso de todos los conciertos para oboe es el que os pongo a continuación. Se trata  del segundo concierto de una colección de doce que fue publicada en 1722 y catalogada con el opus 9.  Como todo concierto, ya lo vimos cuando hablamos de Las cuatro estaciones de Vivaldi, está estructurado en movimientos. Lo que es pongo es  el Adagio. ¿Curioso que se llamen igual? No, no es curioso y tampoco se debe a que Albinoni sintiera especial predilección por esta palabra.

 

 Indicaciones de tempo.

Adagio en música es una de las muchas indicaciones de tempo, que tomadas del italiano,  ponemos en la partitura para indicar la velocidad de la misma. Es un tempo lento, pausado un poco más rápido que el largo y menos que el andante. Por extensión de esta idea cuando a una pieza o movimiento le denominamos adagio estamos hablando de  una obra musical cuyo tempo es lento. 

Si escucháis el bellísimo adagio de este 2º concierto para oboe y orquesta, op. 9 disfrutaréis de una de las cualidades por las que se destaca la obra de Albinoni, el lirismo de sus tiempos lentos. Algo que Remo Giazotto, estudioso de su obra, conocía bien y supo llevarlo al archiconocido Adagio.

 

 

Como siempre que hablo de música el post se me alarga demasiado. Volveré sobre este Adagio de Albinoni (ya me da cosa llamarlo así) en otro post que publicaré este fin de semana, pero no me quiero despedir sin daros algunas propuestas para trabajar con esta obra.

 

Música y cine.

Os comentaba antes que cuatro años después de su publicación Orson Welles utiliza El Adagio de Albinoni como banda sonora de su película El Proceso, basada en la obra homónima de Kafka. Para el próximo post  busco fragmentos de películas en las que se utiliza esta música como banda sonora. En las que recuerdo ahora, de memoria, normalmente va ligada a momentos de desolación, de profunda tristeza, de guerras… Una buena pregunta antes de mostrar los fragmentos sería, ¿qué sentimientos provoca  esta música?, ¿realmente es desolación lo que provoca?

 

 

Aunque voy a acabar mostrándoos un cortometraje de animación que el director ruso Garry Bardin firmó en el 2001. Se trata de una historia contada sin palabras, con el Adagio como guía en su función de banda sonora. En esta ocasión no se  nos habla de guerras sino de la relación de un líder y sus seguidores.  Con unos personajes realizados con origami, en apenas diez minutos se nos plantea  una profunda disquisición sobre cómo se crea un ídolo, alguien a quien muchas veces se ignora, incluso se desprecia, para una vez desaparecido endiosarlo y alabarlo. 

 

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1 comment

Muy buena información, excelente.

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