Monstruos mitológicos: Argos, el monstruo que todo lo ve
Argos | MITOLOGÍA PARA NIÑOS | Monstruos mitológicos¿Os imagináis ver cuando uno está dormido? Pues esto es lo que conseguía Argos, el monstruo de los 100 ojos. ¿Cómo lo hacía? Fácil, cuando nuestro monstruo dormía, cerraba la mitad de sus ojos quedando abiertos y vigilantes los otros cincuenta, que le permitían seguir viendo, de ahí que su nombre signifique el que por todos lados ve.
Pero además de este asombroso poder ARGOS poseía una fuerza descomunal, lo que hace que se le atribuyan hazañas extraordinarias como librar a la Arcadia de un toro que asolaba el país, desollarlo para posteriormente vestirse con su ropa; matar a Equidna cuando estaba dormida -Equidna es uno de esos mostruos de los que hablaremos en las próximas semanas, era un monstruo femenino con torso de una bella mujer de temibles ojos oscuros y cuerpo de serpiente que se apoderaba de los viandantes- o ser el guardián elegido por Hera para vigilar a Io.
.
.
Una tarea esta última que llevó a Argos a la muerte y que tiene que ver con una historia de celos y cuernos que nos va a servir para hablar no sólo de monstruos sino también de dioses, concretamente de Hera y Zeus.
Hera, Juno para los romanos, era la tercera esposa y la hermana, todo hay que decirlo, de Zeus. Su importancia es enorme, pues estamos ante la más grande de todas las diosas olímpicas. Era la reina de los dioses, la señora del cielo y la tierra, la protectora de los reinos y los imperios. Su presencia no faltaba jamás en los nacimientos y los desposorios, otorgando especial protección a las esposas virtuosas. Pero Hera pese a todo este poder también era alguien terriblemente celoso, violento y vengativo.
Y aquí entra en escena Zeus, Júpiter para los romanos, y sus infidelidades. Pero antes de hablar de esto debemos presentaros al Dios de dioses.
En la mitología griega no vamos a tener un solo Dios sino muchos y al conjunto de todos estos dioses lo denominaban Panteón. Pues bien dentro de este Panteón griego había jerarquías, no todos tenían el mismo poder ni la misma importancia y el más grande de todos estos dioses era Zeus, el máximo soberano de los hombres y de los dioses. Sus poderes eran inmensos: además de provocar la lluvia, lanzar los rayos y los relámpagos era quien mantenía el orden y la justicia del mundo. Pero también tenía algún que otro defecto y es que como esposo era un poco rudo y voluble: en otras palabras era un poco mujeriego. De ahí que Hera estuviese absolutamente celosa y le hiciese espiar pues estas infidelidades eran para ella como un insulto, persiguiendo y castigando a las amantes y a los hijos que tenían Zeus con ellas.
Una de estas amantes fue Io un doncella de gran belleza a la que Zeus para evitar los celos de su mujer transformó en una ternera de maravillosa blancura. Pero ni por estas se libró de Hera, pues la diosa sospechando que bajo aquel animal estaba la amante de Zeus insistió en que se lo regalasen.
Y así fue, se lo regalaron y cuando Hera tuvo la vaca en su poder se la dio a Argos para que la vigilase. Argos ató al animal a un olivo que crecía en un bosque sagrado y gracias a sus múltiples ojos la vigilaba día y noche, pero cuando Zeus se dio cuenta de la artimaña de su mujer le envió a Hermes, –el mensajero de los dioses poseedor de unas sandalias aladas que le permitían volar-, para que la rescatase arrancándosela a su guardián. Y así lo hizo. Hermes con su varita mágica consiguió dormir los cincuenta ojos de Argos que velando permanecían despiertos y una vez dormido lo mató.
.
.
Pero aquí no acaba la historia de Argos, cuando Hera se enteró quiso inmortalizar a su fiel guardián y trasladó sus cien ojos al plumaje del ave que le estaba consagrada: el pavo real. Así que decid a vuestros niños que cuando vean un pavo real, cuenten los ojos y sabrán cuanto de Argos hay en él.