Monstruos mitológicos: Sirenas
MITOLOGÍA PARA NIÑOS | Monstruos mitológicos | SirenasLa sirenita que conocen nuestros niños y jóvenes, ese ser tierno y enamoradizo de gran belleza que en lugar de extremidades posee una cola de pez y salva a un apuesto príncipe del naufragio, relatada por Hans Christian Andersen, únicamente tiene que ver con las sirenas de las que hoy vamos a hablar en su forma, o tal vez ni en eso.
Las sirenas que encontramos en la mitología griega no son ni tan adorables ni tan bondadosas, más bien lo contrario. Además su forma no siempre encaja con la descripción que conocemos, en muchos relatos nos aparecen descritas como seres mitad mujer, mitad ave.
La primera vez que escuchamos hablar de ellas es en la Odisea, en donde se nos presentan dos. Tradiciones posteriores hablaran de cuatro: Teles, Redne, Molpe y Telxíope; o tres: Pisínoe, Agláope y Telxiepia. Nombres y números aparte lo que en todas las descripciones parecen tener en común son sus notables dotes musicales que, todo hay que decirlo, no las utilizaban para los mejores fines. ¿Cómo las utilizaban?, os preguntaréis. Pues lo contamos.
Las Sirenas vivían en lo que se conoce como la Isla de Sirenas, situada frente a la costa de la isla de Sorrento en la Italia meridional y solían utilizar el canto para atraer a todos los navegantes que pasaban por sus parajes. Los barcos absolutamente encantados y fascinados por lo que escuchaban sentían un deseo irrefrenable de acercarse a la costa de la isla y allí debido a lo rocosa de la misma zozobraban, situación que aprovechaban nuestras sirenas para devorar a los imprudentes. ¿Entendéis ahora la «maldad» de la que antes hablabamos? Nuestras «sirenitas» utilizaban su embaucador canto para devorar a cuantos navegantes podían.
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A esas costas llegaron unos viejos conocidos nuestros, los Argonautas. ¿Os acordáis? Los compañeros de Jasón, el heredero legítimo del trono de Yolco con el que habían emprendido un viaje para ayudarle a recuperar el trono. Les presentamos hace unas semanas en una de las muchas paradas que realizan en busca del vellocino de oro, concretamente cuando recalaron en la isla en la que vivía el rey Fineo y le ayudaron a liberarse de la más grande de las pesadillas: las arpías (aquí). Pues bien, otro de los lugares por los que pasaron en su viaje rumbo al vellocino de oro fue la isla de las sirenas.
Pero, por complicado que parezca, los Argonautas fueron inmunes al engatusador canto de las sirenas porque tuvieron un aliado de lujo, Orfeo, el cantor por excelencia, el músico y el poeta de la mitología griega, que sabía entonar cantos tan dulces que las fieras lo seguían, las plantas y los árboles se inclinaban ante él y el carácter de los hombres mejoraba.
Aunque con la descripción que acabo de hacer, Orfeo bien podría haber dominado el carácter de las sirenas no fue esto lo que hizo. Su hazaña fue evitar el fatal efecto de las sirenas dominando con su melodioso canto el impulso, la tentación que los Argonautas pudieran sentir de abordar al pasar por su isla. Realmente no todos controlaron el deseo, Butes se arrojó al mar para ir a su encuentro pero fue salvado por Afrodita, la diosa del amor.
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Los Argonautas no fueron los únicos que necesitaron un plan para evitar el canto de las sirenas. Ulises en los múltiples obstáculos que tuvo que salvar en su viaje de regreso a Ítaca, también tuvo que combatir con el canto de las sirenas, aunque lo hizo prevenido: la maga Circe ya le había revelado el peligro al que se exponía pasando por esos parajes. Así que él, haciendo uso de todo su ingenio y de una naturaleza prudente pero a la vez curiosa, ideó lo siguiente. Mandó a todos sus marineros que se tapasen los oídos con cera y él, con los oídos bien limpios pues no deseaba perderse nada de lo que allí sucedía, se hizo amarrar al mástil, dando la orden de que nadie debía desatarlo por insistentes que fuesen sus ruegos.
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Cuando Ulises oyó el canto de las sirenas tuvo el mismo irresistible deseo de acercarse a ellas que todo el mundo había tenido hasta el momento, pero sus compañeros fieles a sus órdenes se lo impidieron.
Se dice que las sirenas no fueron capaces de superar su fracaso y despechadas, se precipitaron al mar y aparecieron ahogadas. Triste final para tan poderosas damas.
Solamente una cosita más antes de despedirnos, su origen. ¿De dónde salen las sirenas? Pues como siempre en esto de la mitología tenemos varias posibilidades. Para algunos como Ovidio, las sirenas no siempre habían tenido alas de ave. Realmente eran compañeras de Perséfone, pero cuando ésta fue raptada por Hades, el Dios de los muertos pidieron a los dioses que les diesen alas para ir en su búsqueda tanto por mar como por tierra. Otros autores en cambio no ven en la transformación un principio tan noble, para ellos, más bien se debe a un castigo que les había infligido Démeter, la madre de Perséfone, porque no se habían opuesto al rapto de su hija.
Los hay también que opinan que el castigo venía de Afrodita quien les había arrebatado su belleza al despreciar éstas el amor. Hay una última parte que cuenta que tras su metamorfosis quisieron rivalizar con las musas y éstas irritadas las habían desplumado y las habían coronado con sus despojos.
Sea como fuere la leyenda sobre ellas continúa, sino preguntadles a vuestros hijos, alumnos… que sucede en la segunda prueba del torneo de magos en Harry Potter y El cáliz de fuego, en la serie australiana H2O o en su spin-off Las Sirenas de Mako en este momento en antena.