MÚSICA CLÁSICA PARA NIÑOS: Carnaval de los animales de Saint Saëns (1º parte)
40 obras de música clásica que todo niño debería conocer | Carnaval de los animales | MÚSICA CLÁSICA PARA NIÑOS | Obras de música clásica que todo niño debería conocer | Saint Saëns, Camille
El Carnaval de los Animales es una obra escrita por Camille Saint Saëns en 1886, es decir en pleno Romanticismo y fue compuesta para una «extraña» formación, para un conjunto de instrumentos que no entra dentro de los cánones de las formaciones propias de la música clásica -hablaremos de ello otro día pero no estamos ni ante una orquesta sinfónica, ni un cuarteto, ni una orquesta de cámara…- ¿Cuáles son estos instrumentos? Aquí va la lista: dos pianos, una flauta, un clarinete, un armonium, (pocas obras de la música catalogada como clásica utilizan este instrumento), un xilófono, una celesta y cuerda (dos violines, una viola, violoncello y contrabajo). Estamos ante una formación disfrazada pues nos vamos de carnaval.
Muy bien. Sabemos el periodo histórico, los instrumentos pero ¿a qué nos vamos a enfrentar? o mejor dicho ¿qué es lo que vamos a escuchar? Pues bien, vamos a escuchar veinte minutos de estupenda y divertida música. Sí, sí, digo bien, divertida música pues lo primero que me gustaría aclarar es que esta pieza, que se compuso para un Martes de Carnaval, nació como una sátira, como parodias musicales -ahora os cuento el por qué del plural- en las que Saint Saëns se burlaba tanto de compositores importantes como de intérpretes o de los roles propios de cada instrumento e instrumentista. Figuraos hasta que punto llegaba la burla y el maravilloso sentido del humor de Saint Saëns que prohibió que la obra llegase al conocimiento del público en general hasta su fallecimiento, por lo que mientras él vivió solo se tocó en algunas sesiones privadas.
¿Por qué he hablado antes de parodias musicales en plural? Porque los veinte minutos de música no están concebidos como una unidad sino que lo que Saint Saëns compuso fue un conjunto de piezas independientes -lo que podríamos definir dentro de las formas musicales como una suite– que tiene un hilo conductor común: los animales. En resumen: catorces piezas independientes, dedicadas cada una de ellas a un animal que será a su vez representado por un instrumento.
Os cuento las siete primeras.
1. Introducción y marcha real del león. La obra comienza con los dos pianos tocando figuraciones rápidas, concretamente trinos y arpegios, sobre los que pronto aparecerá la cuerda grave -en la versión que os he puesto a cinco segundos más o menos- anticipando lo que Saint Saëns ha llamado como marcha del león -la escucháis a partir de 0’30 segundos-. No creo que os cueste mucho esfuerzo imaginaros los rugidos del rey de la selva en la música interpretada por los instrumentos de cuerda.
2. Gallinas y gallos. El animal que aquí vamos escuchar nos lo dice el título. Dura muy poquito -0’50 segundos-. Escuchadlo.
3. Hemíonos, animales también conocidos como asnos salvajes que viven en el Tibet y que tiene por característica correr muy, muy veloz. La música propuesta por Saint Saëns para representarlos un presto -esta palabra indica velocidad de la música y la pone el compositor al principio de la partitura para decir al intérprete como debe tocar. Por convención estas indicaciones se ponen en italiano- que además de rápido debe ser furioso. Lo tocan los pianos y lo que realmente escuchamos son escalas, escalas, escalas y más escalas como si fuera una carrera llevada a cabo por los dos pianos en la que nunca llegan alcanzarse. Toda una sátira a los pianistas.
4. Tortugas. Y del rapidísimo al lento como una tortuga.
En este número tenemos otra de esas parodias a las que antes hacía mención. De lo que se ríe Saint Saëns es de Offenbach, contemporáneo suyo y uno de los compositores más influyentes y conocidos de música popular de su tiempo. La parodia es coger un cancán de Offenbach – baile vivaz de reputación escandalosa que se originó en el Paría del s. XIX y cuyas principales eran los movimientos provocativos, las patadas altas y el alzamiento y movimiento de las faldas- y dárselo a tocar a los instrumentos de cuerda, a una velocidad lentísima y con un acompañamiento del piano insignificante y con bastante poco salero. La verdad que no me imagino a las cabareteras subiendo la pierna.
Si queréis escuchar la misma melodía, a la manera que Offenbach la compuso para Orfeo en los infiernos, poner el siguiente track a los 0’30 segundos. No parece la misma, ¿verdad?
5. El Elefante. Con todas las excusas, pero si en la orquesta sinfónica hay un instrumento pesado, difícil de llevar, con un sonido arrastrado… este es el contrabajo. Y así suena la pieza que creó para ellos. Obviamente el animal no va a ser una cigüeña, o un flamenco, animales ágiles y de patas esbeltas, sino un elefante. Para más ironías os pongo el título del fragmento de música que toma prestado para parodiar: «Danza de las sílfides» de La Condena de Fausto de Berlioz, otro compositor contemporáneo suyo.
6. Canguros. Escuchar a los pianos. Saltan, dudan, se detienen y vuelven a… saltar... Son canguros.
7. Aquarium. Música etérea para llevarnos al interior del mar. Los instrumentos de cuerda ondean, los pianos parecen nadar, la celesta hace centellear las gotas de agua. Si en el número anterior podíamos escuchar la manera de componer de Schumann, otro contemporáneo de Camille Saint Saëns en éste la sonoridad nos lleva a Ravel. Ya os hablaré de él pues la próxima semana toca una obra suya.
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Lo dejamos aquí. Si os ha gustado pinchad AQUÍ para acceder a los números que faltan endulzados con alguna anécdota sobre Camille Saint Saëns y su Carnaval de los animales.