MÚSICA CLÁSICA PARA NIÑOS: 10 reglas de oro para que asistir sus primeros conciertos sean un auténtico placer

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MÚSICA CLÁSICA PARA NIÑOS: 10 reglas de oro para que asistir sus primeros conciertos sean un auténtico placer

10 reglas de oro para que asistir a sus primeros conciertos sea un gran placer

Hace unos días estuve en el Auditorio Nacional de España disfrutando de un concierto en familia interpretado por la Orquesta y el Coro Nacional de España  bajo la dirección de Juan Carlos Lomónaco. Un programa muy variado y bien interpretado nos hicieron pasar una hora muy agradable pero también me hicieron recordar un antiguo post que publicamos en RZ100CuentosdeBoca en el que damos pautas muy básicas para que nuestros chavales pudieran disfrutar de sus primeros conciertos.

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La idea de Orquestarium, así se titulaba el concierto, era estupenda. Ojalá todos tengamos acceso a muchas más propuestas como esta pero para enganchar a los niños durante una hora y que no parezcan lagartijas en sus butacas o acaben dormidos como sucedió prácticamente con toda la fila que estaba delante nuestro, se necesita algo más que el videomapping que veíamos proyectado por las alturas y que en el programa se nos vendía como una oportunidad única para hacer un viaje entre sonidos, líneas, puntos, colores, sombras y movimientos…

Os dejo de nuevo esas diez reglas muy básicas que harán que el día que decidáis llevar a vuestros niños a un concierto lo disfruten de verdad. Espero que os sirvan.

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  • 1. Ir a un concierto no es una obligación, ni nos hace más interesantes ni más cultos

Aunque sea el mejor instrumentista del mundo, aunque para otros sea una experiencia maravillosa si a ti no te apetece o no te gusta el tipo de música que se va a tocar o piensas que te vas a aburrir como una ostra… no vayas y menos lleves a tu hijo. Para que al niño le apetezca ir a un concierto y disfrute con él lo primero que tú debes hacer es trasmitir entusiasmo ante la actividad. Ir a sus primeros conciertos debe ser similar a asistir a una fiesta, al circo o a la nueva película de Disney que lleva meses esperando que se estrene. 

 

  • 2. Elige bien la edad a la que le llevas a un concierto. 

Terriblemente importante. Las primeras experiencias son cruciales y los niños deben estar preparado para ello. Un concierto exige un grado de atención y de concentración enorme y para que el niño pueda disfrutar debe ser lo suficientemente maduro. No voy a decir la edad idónea en la que los niños pueden ir a conciertos, pero yo en lo proceso de madurez  de los que tengo alrededor si que veo un cambio fundamental en torno a los seis, siete años… Habrá quien lo consiga antes y habrá quien lo consiga después pero ir a conciertos cuando los niños son muy pequeños acaba resultando un tormento para ellos a los que les pedimos que estén callados, que atiendan, que no molesten, que no se muevan, que aprecien…; para los pobres vecinos de butaca que no tienen ninguna culpa de nada y se encuentran con un tormento a su lado e incluso para los músicos a los que evidentemente el no saber estar de nuestros hijos y nuestras propias regañinas les molestan bastantes

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3. Elige bien el asiento.

Todavía recuerdo una visita nuestra al Teatro Real para escuchar Seherezade de Rimsky Korsakov, una obra que mi hija adora, que hemos escuchado mil veces, de la que tenemos una fantástica versión en cuento… y que, como no había otras entradas, las compramos arriba del todo, en lo que popularmente llamamos gallinero. La experiencia fue el fracaso más absoluto. Realmente hubiese estado muchísimo mejor quedarnos en el parque jugando. En lugar de concentrarnos y disfrutar de lo que allí sucedía lo único que sentía Sofía era miedo, un miedo real porque la altura era más que considerable. Es vital el sitio que adquiramos. El niño no tiene  la capacidad de abstracción que tenemos los adultos por lo que para él sentirse a gusto, ver a los instrumentistas, ver sus propias manos moviéndose por el instrumento, los gestos del director… será terriblemente atrayente.

Aunque cuidado que no en todas las salas los asientos más próximos al escenario son los mejores.

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  • 4. ¿Qué escuchamos?

Bueno ya hemos decidido ir al concierto, estamos encantados y entusiasmados con la idea y la pregunta del millón, ¿qué obra le llevamos a escuchar dentro del inmenso repertorio de la música clásica? Pues las opciones son muchas, pero hay tres cosas que siempre funcionan: los conciertos educativos, el repertorio «infantil» dentro de la música clásica (aquí) y por supuesto los grandes éxitos de la música clásica, que suelen ser grandes éxitos por algo.

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  • 5. No tienes qué escuchar el concierto completo.

Un concierto completo puede durar perfectamente una hora y media. Eso es una exageración para cualquier niño. No pasa nada porque en nuestros primeros conciertos nos salgamos antes. Eso sí con educación y respetando los tiempos de la propia música. A no ser que sea algo de fuerza mayor no te salgas en medio de una obra. El mejor momento para irse antes es el descanso, el niño va a tener la sensación de que ha escuchado, de que ha sido capaz de disfrutar de lo que allí acontecía y no vas a molestar a nadie moviéndote con tus bártulos. Pero si incluso llegar al descanso es demasiado tiempo aprovecha el final de una obra.

Es mucho más importante irnos con la sensación de querer volver, aunque esto suceda tras diez minutos de música que con la imagen de menudo rollo largo y aburrido al que me han traido mis padres.

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  • 6. Escoge bien el momento del concierto.

Si sabes que el niño está cansado a las ocho de la tarde coge un concierto de mañana, que los hay y muchos, si al niño le han invitado al cumpleaños de su mejor amigo pues no le lleves al concierto… Busca el momento adecuado igual que lo harías con cualquier otra cosa.

  • 7. Prepara el concierto. 

El niño debe saber lo que va escuchar y cuanto más sepa sobre ello, más lo disfrutará. En estas primeras experiencias la sorpresa debería venir por otros factores… no por la obra que va a ser escuchada. Prepárala con él, busca información del autor, de la época, de los instrumentos. Escucha la obra, cuéntasela… además de pasároslo en grande mientras la preparáis os prometo que la disfrutaréis muchísimo más en la sala.

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  • 8. Expliquémosles las reglas. 

 

Lo decía también en nuestras reglas de oro para visitar un museo (aquí), de la misma manera que los niños cuando van al fútbol saben perfectamente que no pueden bajar al césped y ponerse a jugar con el balón por mucho que les apetezca, en un concierto hay unas normas y para que la cosa funcione debemos contárselas y explicarles el por qué. En un concierto uno no se levanta cuando le da la gana, ni se mueve todo el rato en la silla, ni debe estar hablando todo el rato con el compañero y no se hace porque molestas a la otra gente que está intentando disfrutar de la música igual que molestarías si en el cine se te ocurre ponerte a chillar o moverte todo el rato.

¡Ah!, una cosa que les encanta, enséñales cuándo deben aplaudir, no deben hacerlo en mitad de la obra porque desconcertrarían a los músicos, se hace al final. El aplauso es la manera que tenemos de demostrarles a los intérpretes que nos ha gustado, así que si lo han disfrutado que lo hagan con gusto, incluso gritando: ¡Bravo! El que lo recibe lo agradecerá mucho.

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  • 9. Músicos de calidad. 

El que sean niños no debe hacernos creer que cualquier cosa les vale. De la misma manera que para mí no es igual escuchar la 5º Sinfonía de Beethoven por la Orquesta Filarmónica de Berlín que por la orquesta de mi pueblo, ellos también disfrutarán más cuanto mejores sean los músicos, cuanto más dominen su instrumento y mayor expresividad nos trasmitan.

Esto no significa que solamente les podemos llevar a escuchar a «grandes» músicos, pero si por nuestra ciudad pasa uno de los grandes puede ser una buena ocasión para que ellos también disfruten y conozcan que en esto de la música, como en el deporte o en el cine, tenemos verdaderas «estrellas.»

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  • 10. Haz de la visita algo especial. 

Igual que el cine lo asociamos con una tarde en familia en la que comemos palomitas y muchas veces después nos vamos a dar un paseo y tomar algo, haz de todo lo que rodea el concierto algo especial. No vayas con prisa, tómate tú tiempo, si te dejan -que no siempre es posible- enséñale el teatro que normalmente son preciosos. Obviamente la convención nos dice que mientras escuchamos no podemos comer pero después del concierto si que le puedes llevar a merendar a un sitio que le guste y comentar lo que allí ha pasado. Lo que le ha gustado y lo que no.

Como en cualquier experiencia de la vida todo influye y a qué lo asociemos condicionará muy mucho nuestro recuerdo.

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  •  Sentido común

Y por último aunque probablemente lo más importe algo de lo que curiosamente muchas veces carecemos: sentido común. Si a nosotros algo no nos gusta, se lo vamos a trasmitir. Si no nos apetece ir habrá mil momentos para acercarles la música. Como decía al principio esto no es una obligación, es un placer y ellos lo tienen que sentir así. Si sabes que el niño está cansado a las ocho de la tarde coge un concierto de mañana, que los hay y muchos, si al niño le han invitado al cumpleaños de su mejor amigo pues no le lleves al concierto… Busca el momento adecuado igual que lo harías con cualquier otra cosa.

Y por supuesto ten mucho cuidado con las «batallitas» que contamos sobre nuestros primeras conciertos. Si la experiencia fue buena, fantástico, cuéntasela, si no casi mejor la omites, porque realmente le vas a condicionar.

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