ARTE PARA NIÑOS: Matisse y el Fauvismo al alcance de los más pequeños

En 1905 Henry Matisse participó en el Salón de Otoño de París, una de las citas ineludibles de la temporada si uno era un joven artista que deseaba ser tomado en cuenta. Allí, en la sala VII del Grand Palais,  junto con pintores como André Derain o Maurice de Vlaminck, Matisse expuso las que consideraba sus obras más representativas en ese momento y la verdad es que no pasaron desapercibidas.

 

 
 

 

¿Os acordáis de Louis Vauxcelles, el crítico que puso nombre al cubismo? (aquí). Pues bien, éste fue uno de los muchos entendidos que se pasearon por el Salón de Otoño de ese año y también uno de los que no supo apreciar las obras de estos jóvenes artistas elegidas por una dirección que había decidido favorecer la originalidad y había aceptado exponer algunas obras que hasta sus propios autores consideraban experimentales.  A estas últimas las habían ubicado todas juntas en la sala VII -una de las dieciocho salas que conformaban el Salón pues se exponían la nada despreciable cifra de 1625 obras- rodeando a dos esculturas, dos bustos de Albert Marque creados en un estilo muy tradicional.

 

La japonesa al borde del agua, Henry Matisse (1905)

 

Derain:  El Puente de Londres, 1906

 

Cuando Vauxcelles tuvo que relatar, en el suplemento para el que escribía, qué le habían parecido las pinturas que se encontraban en esa polémica Sala VII no se le ocurrió mejor idea que dar cuenta de su disconformidad diciendo lo siguiente: En el centro de la sala vemos un torso infantil y un pequeño busto de mármol modelado con delicada ciencia por Albert Marque. El candor de estos bustos sorprende en medio de la orgía de tonos puros como un Donatello entre salvajes.

 

Henry Matisse, Retrato de Andre Derain, 1905

Raoul Dufy: Barcas en Martigues, 1908
 
Los salvajes, los autores de esas obras que cierto sector de entendidos encontró desagradables y realizadas con la torpeza o falta de técnica propias de un niño o de un loco no eran sino Matisse, Dufy, Derain y Vlaminck. Los pintores no se sintieron heridos por las críticas, antes bien les sirvieron para reafirmar sus ideas. Louis Vauxcelles había otorgado, aún sin quererlo, nombre a un nuevo movimiento pictórico, una de las primeras vanguardias artísticas del s. XX: EL FAUVISMO, el arte de las fieras.

 

La primera pregunta como casi siempre bastante obvia, ¿qué sorprendió tanto a Louis Vauxcelles y a otros muchos en los cuadros  de estos jóvenes para calificarlos así? Pues, si os parece,  os lo contamos mirando cuadros.
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COLOR, COLOR y más COLOR

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 La raya verde, 1905

 

Cuando uno mira un cuadro fauvista lo primero que percibe es que el color le atrapa. Colores fuertes, agresivos, vivos. Los fauvistas sienten, sobre todas las cosas, pasión por el color, al que dejarán expresarse de manera pura, sin mezclarlo en la paleta, aplicándolo en contrastes violentos a través de una factura pastosa. Un color puro, primario, sin apenas mezcla, según un criterio libre e utilizado de forma absolutamente subjetiva y personal que crea una pintura figurativa pero antinaturalista. Muchas ideas en un solo párrafo que si os parece vamos explicando.

Andre Derain: El Puente de Westminter, (1906)
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 Libertad en la aplicación del color

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Si os fijáis en todos los cuadros que os he mostrado hasta el momento los temas representados son bastante tradicionales. Tenemos retratos, paisajes, bodegones, interiores… Los fauvistas no rompen con los temas tradicionales pero sí con la manera de representarlos. Pese a ser una pintura figurativa en la que podemos reconocer perfectamente las casas, los coches, los árboles o los campos no es en absoluto naturalista, en ellos no hay un intento de llevar a cabo una captura realista de la naturaleza.
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En su naturaleza los árboles son una totalidad roja, los cielos una gran mancha amarilla o las casas azules, como una posibilidad alejada de la norma. Los fauvistas utilizan el color de una manera libre, subjetiva y personal  seleccionándolo en virtud de la fuerza expresiva que producen sus contrastes cromáticos. Un cromatismo que para algunos como el crítico francés Vauxcelles era antinatural pero en el que se recoge toda una lógica  en la que vemos aplicada la teoría del color y los contrastes cromáticos que se establecen entre colores primarios, secundarios y complementarios, como último eslabón de los descubrimientos tonales del impresionismo.

 

Henry Matisse: Vista de Coilloure, 1906.

 

Teoría del color: colores primarios, secundarios y complementarios.

 

Para seguir entendiendo y disfrutando de lo que hacen los fauvistas lo primero que deberíamos aclarar es ¿a qué llamamos colores primarios?  Muy sencillo, aquellos colores básicos, puros que no se pueden producir a partir de la mezcla de otros. Esta idea  es un concepto básico de la teoría del color cuyo origen se remonta al libro Opticks (1704) de Isaac Netwon. Os podéis figurar que en tres siglos nuevos planteamientos y descubrimientos científicos han mantenido en constante revisión y evolución la identificación de cuáles son éstos colores primarios. Las teorías tradicionales y modernas discrepan, pero los fauvistas siguieron el modelo de colores primarios tradicionales (RYB) que considera que estos son el rojo,  amarillo y el azul.

 

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Siguiente pregunta, ¿de dónde surgen los colores secundarios? También muy sencillo,  de mezclar dos colores primarios: rojo + amarillo = naranja; rojo + azul = violeta; azul + amarillo = verde.

 

Y para acabar de entender la lógica cromática que está implícita en la obra de los fauvistas nos quedaría aclarar que la relación entre un color primario y un secundario no siempre es igual, sino que cada color primario tiene su secundario «idílico», tiene su complementario con el que produce mayor contraste de tono. Estas relaciones están sacadas  del  círculo cromático, también conocido como círculo de colores, rueda de color o rueda cromática, que no es sino una representación gráfica bidimensional y ordenada, de la relación de armonía y contraste entre tres colores primarios y los secundarios en el caso de que el círculo emplee seis colores o  primarios, secundarios y terciarios -obtenidos a partir de la mezcla de dos primarios en distintas proporciones- en el caso del círculo de doce colores.

 

 

Círculo cromático

 

Si os parece antes de deciros cuales son los colores complementarios os explico el orden concreto que debemos seguir para construir un círculo cromático. Los tres colores primarios deben situarse a la misma distancia entre sí dentro del círculo formando un triángulo equilátero colocando normalmente el amarillo en lo más alto de la rueda. Los colores secundarios los colocaremos en el hueco, en el segmento intermedio dejado por los dos colores primarios que son necesarios para su mezcla.

 

 

Y ahora con todos los colores perfectamente colocados sí que podemos deducir cuáles son las parejas de colores complementarios, simplemente tenemos que trazar líneas rectas que pasen por el centro. Realmente lo importante de esto es que  los colores complementarios que no son sino los que producen el mayor contraste de tono con respecto a su opuesto.

 

 

Explicado los colores primarios, secundarios y complementarios y antes de volver a mirar cuadros os dejo un experimento muy sencillo que prueba el efecto complementario de los colores. Si fijamos la mirada en una superficie de un color plano y saturado (algo muy rojo, muy azul o muy naranja) durante al menos treinta segundos y a continuación miramos una
superficie blanca plana como pueda ser un folio o una pared veremos una ilusión óptica con la misma  forma pero en su color complementario que se produce para compensar la fatiga ocular.



Los papeles cambian

Si volvemos a mirar cada uno de los cuadros con los que hemos ido ilustrando este artículo nos daremos cuenta que su empleo del color se basa principalemente en la utilización de estas relaciones.

 

Derain, Mujer con camisa, bailarina, 1906.

 

Los pintores fauvistas reaccionan de forma radical sobre los postulados impresionistas. Los fauvistas niegan que el objeto principal de la pintura sea la luz, para ellos es el color. Un color que tiene existencia por sí mismo. Es el color el que compone el cuadro, en sus cuadros deja de tener importancia el encuadre, la perspectiva, la luz, la sombra o el volumen. Solo el color importa pero para que los colores harmonicen hará falta dibujar, marcar con negro el contorno de las figuras señalando con las fronteras entre unos y otros.

 

Esta idea me parece crucial para trabajar con unos niños a los que hemos enseñado tras tanto libro de colorear made in Disney que lo importante es la forma y el color es un elemento secundario. En los fauvistas sucede lo contrario: es el color quien dirige, grandes manchas de color elegidas por sus contrastes cromáticos. El dibujo es utilizado como arquitectura, como ayuda para definir el espacio de cada color.

 

Henry Matisse: La danza (1909-1910)

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Pintemos fauvista.

Como siempre me gusta acabar con alguna propuesta para que todo esto podáis llevarlo a la práctica con vuestros chavales. Os propongo unas cuantas posibilidades

 

  •  Antes de trabajar cualquier estilo y de hablar sobre él yo pongo en contacto a los chavales con las obras y hablamos, o mejor hablan (cuanto menos guía por mi parte mejor) de lo que hay en esos cuadros, lo que les sorprende, lo que les gusta o no les gusta…
  • En el caso del fauvismo tras el debate y, como el que no quiere la cosa, pasamos a investigar  sobre  las nociones mínimas de la teoría del color que hemos avanzado arriba. Les hablo de los colores primarios y a partir de ahí comienzan a investigar por su cuenta hasta que ellos descubren los secundarios. Esta parte les fascina: es como mágico descubrir que se puede hacer tanto con solo tres colores.
  • Tras jugar, experimentar, definir el círculo cromático, adivinar cuáles son los colores complementarios… todo lo que se os ocurra estará estupendo: volvemos a ver los mismos cuadros con los que habíamos comenzado la clase y comenzamos a darnos cuenta que esa libertad en la utilización del color tal vez tenga que ver con las relaciones entre los colores primarios y secundarios.
  • Aclarado el uso del color por parte de este grupo acabamos la clase poniéndonos manos a la obra y convirtiéndonos en auténticos fauvistas. Esto lo podéis hacer de muchas maneras pero una posible es lanzar la siguiente pregunta ¿cómo pintaría esto un fauvista? Os dejo un estupendo ejemplo que me he encontrado en la red (aquí).
Foto del paisaje original
Mismo paisaje visto por un fauvista
Y, por supuesto, aquí tenéis un vídeo en el que de una manera muy amena podréis trabajar con vuestros chavales el fauvismo.
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2 comments

me gusto mucho rosamelano

Felicitaciones . Desde Chile

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