ARTE PARA NIÑOS: Mondrian, Delaunay y Kandinsky tres maneras de acercar la abstracción a los más pequeños.
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El s. XX nos enseñó a mirar el arte de otra manera. Nos enseñó a disociar forma y contenido, a dar importancia a elementos que hasta ese momento se habían considera un mero complemento. Que las artes plásticas no tienen por qué ser una fiel copia de la realidad, que la perspectiva clásica o la destreza técnica no tenían por qué ser los únicos objetivos del artista. Nos enseñó a buscar movimiento en la pintura, a plasmar la velocidad, a mostrar los objetos desde múltiples puntos de vista, a organizar el cuadro a través del color, a pintar con tijeras, cola y pegamento. Por supuesto, nos enseñó que con cualquier objeto y cualquier material podíamos hacer arte…
Nos enseñó miles de cosas útiles para crear destrezas técnicas valiosas para el desarrollo de un niño que yo desde hace varias semanas tengo la suerte de compartir los sábados en la Biblioteca Pública Antonio Mingote con dieciséis estupendos y entregados chavales, de edades comprendidas entre los 7 y 12 años, gracias a un ciclo de talleres programado por El Portal del Lector de la Comunidad de Madrid, dentro de las muchas y estupendas actividades que desde la red de Bibliotecas Públicas de la Comunidad de Madrid realizan. Un taller titulado Las artes plásticas del s. XX al alcance de los más pequeños y en el que en seis sesiones de hora y media de duración cada una, intentamos ampliar de una manera totalmente lúdica y empírica el imaginario de estos chavales, ofreciéndoles técnicas y herramientas con las que puedan crear, desarrollar su imaginación y por qué no, con las que puedan disfrutar del arte de cualquier época.
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Un ciclo que está a punto de concluir, nos queda una única sesión y en el que hemos disfrutado a lo grande descubriendo el fauvismo a través de la obra de Matisse, el cubismo con Pablo Picasso, el surrealismo con Joan Miró, la simplificación geométrica de Paul Klee o la abstracción con Kandinsky, Mondrian y Delaunay. Es precisamente de esta última sesión de la que me gustaría hablaros en este post.
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Como bien sabéis aquellos que me seguís la primera toma de contacto con la obra de cualquier participante en uno de mis talleres, intento que sea lo más impactante posible y que jamás esté condicionada por mi opinión. Para lograr este objetivo las posibilidades de la sala son importantes y en el caso del espacio que teníamos en la Biblioteca Pública Antonio Mingote, una gran pared vacía de 9 metros de largo nos facilitó bastante el asunto. En ella, a modo de galería en cada sesión colocábamos imágenes de cuadros del estilo o del autor a investigar. Unos cuadros con los que trabajamos de diferentes maneras a lo largo de toda la sesión pero que los primeros minutos del taller siempre están dedicados a contemplarlos, a comentar entre ellos, sin indicación ni guía por mi parte, qué es lo que allí ven, qué les gusta, qué llama su atención, qué creen que está representado.
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Sus respuestas estupendas, llenas de imaginación y de agudeza en sus análisis. Pero en este ciclo de talleres, en estos primeros comentarios siempre, de una u otra manera, acababa saliendo recurrentemente la palabra abstracción y tras ella mi respuesta: no, lo que hace el fauvismo, el cubismo o Paul Klee no lo consideramos abstracción, porque en esos cuadros todavía podemos ver reflejos de la realidad visible, sus autores pintan montañas, casas, copas… aunque éstas no sean del color esperado o estén representadas en un mismo plano desde múltiples puntos de vistas. Y tras la aclaración, una promesa: dedicaremos una sesión completa a hablar de abstracción y entenderéis la diferencia para siempre. Esta sesión llegó el pasado sábado.
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Una sesión que comenzó, como siempre, disfrutando unos minutos de los nueve cuadros, numerados en esta ocasión -después entenderéis el motivo- que había dispuesto en la pared. Nueve cuadros desconocidos para ellos, a la par que muy atractivos y una pregunta por mi parte: ¿qué tenían en común todos ellos? La respuesta rápida y unánime: allí no estaban pintadas «cosas», eran cuadros realizados con figuras geométricas donde parecía que el color tenía mucha importancia. Perfecto, ahora sí estamos ante arte abstracto, esa corriente surgida en torno a 1911 y a que se negó a pintar la realidad existente para concentrar la fuerza expresiva de la obra en sus aspectos cromáticos, formales o estructurales.
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Por aquello de hacer ojo y entender que cada estilo, cada autor tiene determinados rasgos estilísticos que se repiten y convierten en seña de identidad de su arte, lo siguiente que les propuse fue un juego. Justo en el centro de esa gran pared de nueve metros teníamos la firma de los tres pintores, firma en la que había algún motivo propio de su estilo, y debajo de ellas los números del 1 al 9. Cada número correspondía a su vez con uno de los cuadros colgados en la pared. Se trataba de pensar cuáles pertenecían a cada autor.
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La verdad, que el ojo de estos niños mira muy bien aunque ellos todavía no lo sabían pues la solución no se la iba a dar yo sino que la encontrarían ellos mismos una vez descubiertas las normas que regían los cuadros de los autores elegidos. Y como no hay mejor manera para entender algo que llevándolo a la práctica, nos pusimos manos a la obra en busca de los principios que rigen el Neoplasticismo de Mondrian, el Simultaneísmo de Sonia y Robert Delaunay y la Abstracción Geométrica de Kandinsky.
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Las indicaciones para llevar a cabo nuestra primera propuesta plástica de la sesión pocas pero estrictas y por supuesto nada nombres, títulos… Lo único que les dije es que debían pintar un cuadro en el que se podía utilizar:
- Líneas horizontales y verticales.
- Los colores primarios (rojo, amarillo y azul) además del negro y el blanco.
- Nada de simetría
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En un segundo se dieron cuenta de que el primer cuadro que iban a crear seguía las limitaciones que Mondrian y el Neoplasticismo impusieron al arte en esa búsqueda de la simplicidad que quería despojar al arte de todo elemento accesorio en un intento de llegar a la esencia a través de un lenguaje plástico objetivo y, como consecuencia, universal.
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El color, los colores con sus propias leyes, sus contrastes,
sus lentas vibraciones con relación a sus colores rápidos o muy rápidos, sus intervalos.
Todas estas relaciones constituyen la base de una pintura que ya no es imitativa,
sino creativa por su misma técnica.
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Para que ellos pudieran descubrir en qué consiste el simultaneísmo de Robert y Sonia Delaunay lo primero que debía mostrarles es que el color no es una propiedad sino una sensación perceptiva, y para ello como siempre nada que mejor que vivirlo, en esta ocasión a partir de una pregunta: ¿Cuál de los dos rectángulos grises creéis que es más claro?
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Todos percibimos el rectángulo de arriba más claro que el de abajo y mis niños no fueron diferentes, su sorpresa al darse cuenta que el color era exactamente el mismo, fue grande. Lo que que hace que los percibamos de diferente manera es el color que rodea al rectángulo gris. Lo que acabamos de observar es lo que químico y teórico Chevreul calificó como contraste simultáneo, una ilusión óptica que aclara u oscurece el tono en función de si lo colocamos al lado de un segundo color más oscuro (en el caso del de arriba) o más claro.
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Es precisamente con estas influencias que ejercen unos colores sobre otros con lo que juegan Robert y Sonia Delaunay en sus cuadros. Mirando sus cuadros descubrimos que cuando dos colores semejantes están cerca se pierde el efecto brillante igualándose el tono o volviéndose grises.
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Si queremos realmente percibir el color en toda su intensidad debemos colocar contiguos los colores más diferentes posibles para lograr la tonalidad deseada y esos colores son los colores complementarios, viejos conocidos nuestros gracias al taller que dedicamos al fauvismo. Como siempre llevándolo a la práctica todo es mucho más interesante.
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KANDINSKY y la abstracción geométrica
Un taller dedicado a la abstracción no podíamos finalizarlo sin hablarles y mostrarles al que todos consideramos el padre de ésta: Wassily Kandinsky.
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El arte abstracto se negará a pintar la realidadexistente para concentrar la fuerzaexpresiva de la obraen sus aspectos cromáticos,formales o estructurales.
Ahora sí, llegó el momento de hablarles de puntos, líneas, planos, color… de cómo los percibimos y de la sensación que estos nos provoca. Como siempre lo hicimos buscando, investigando, jugando, pensando… creando y la verdad que el resultado me dejó sorprendida y encantada.
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